Normalmente, los calamares no necesitan que los preparemos para cocinarlos, si el calamar es bueno la textura es la idónea. No obstante, algunas veces es posible que encontremos los calamares un poco duros. Esto puede ocurrir bien porque no han terminado de descongelarse del todo o bien porque al tenerlos en la nevera, la textura de la piel se ha enfriado y no les hemos dado el tiempo suficiente como para volver a estar tan frescos como estarían si los acabáramos de comprar.
Uno de los trucos más comunes para ablandar los calamares es, ablandarlos en leche. Dejarlos la noche anterior entera sumergidos en una taza de leche. Este proceso puede llevarse a cabo, tanto con los calamares recién sacados de la bolsa como si los sumergimos cuando están ya limpios y troceados. Cuanto más tiempo los dejes sumergidos en leche, más tiernos se pondrán. No obstante, si tienes prisa, en unas tres o cuatro horas sumergidos en agua, estarán más que óptimos para cocinar.
Otro truco menos extendido pero bastante efectivo, consiste en que antes de cocinarlos, los remojes en zumo de limón. Si careces de él, puedes exprimir un limón natural encima en un plato. Los cítricos reactivan las texturas del calamar.